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Definir objetivos con la regla SMART

Marketing, ILERNA
07 JUN 2021 · Actualizado: 17 ABR 2024

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Te mostramos una de las herramientas clave del crecimiento tanto empresarial como personal. Definir objetivos con la regla SMART te ayudará en la toma de decisiones y a obtener buenos resultados. La clave reside en cómo enfocamos y abordamos estos objetivos ¡Te enseñamos a hacerlo!

Tanto en el mundo empresarial como en el personal, avanzamos y tomamos decisiones constantemente. A menudo, los objetivos que nos proponemos son difusos o demasiado generales, y es eso mismo lo que cambiaremos hoy. La regla SMART es muy útil a la hora de definir qué clase de objetivos vamos a perseguir y qué características tienen. 

¿Qué es la regla SMART?

Por sus siglas en inglés, SMART se compone de cinco adjetivos que darán forma a los objetivos que te plantees. Específico (specific), Medible (measurable), Alcanzable (achievable), Realista (realistic) y limitado en el Tiempo (time-bound). Estos son los adjetivos que definirán tus objetivos y cambiarán tu forma de verlos y asumirlos.

Definir objetivos con la regla SMART

Esta herramienta es muy útil para diseñar planes y estrategias de comunicación, financieras o de marketing. Pero se puede aplicar en muchos más ámbitos, de hecho, todo proyecto que tenga un fin y unas metas. 

En el ámbito empresarial, los objetivos SMART ayudan a definir metas inteligentes. Dado que un negocio no puede prosperar a no ser que todos los involucrados entiendan para qué metas están trabajando, entre muchas otras cuestiones. 

A continuación explicamos uno por uno estos conceptos antes mencionados y la forma que tienen de moldear nuestros objetivos. 

Específicos

Ser específico puede parecer simple a primera vista, pero es muy importante centrar el foco de atención en lo que quieres conseguir. Un objetivo no puede ser general, como por ejemplo “que la empresa tenga beneficios” o “tener una buena imagen de marca”. Nuestros objetivos deben ser concretos, reformulando lo que “quieres que pase” por “cómo vas a conseguirlo”. 

Para ello deberás formular tus objetivos usando el qué, quién, cómo, cuándo y por qué. Por ejemplo: “Quiero incrementar las ventas un 20% en los próximos seis meses usando al equipo de ventas para que consigan más clientes”.

En este objetivo específico se indica lo que quieres, en qué margen de tiempo deseas conseguirlo, y cómo propones hacerlo.

Medibles

Debes poder hacer un seguimiento de tus objetivos para saber si el progreso es positivo o negativo. Para ello debes establecer objetivos de los cuales puedas tener evidencias tangibles de éxito. Esto quiere decir que tendrás que medir el avance en un contexto temporal. 

¿Cómo lo medimos? Dependiendo de tus objetivos, necesitarás herramientas para hacer este seguimiento según tu ámbito de actuación. Como encuestas de satisfacción, cálculos de beneficios y ventas, feedback, presencia en el mercado, etc.

Tomemos por ejemplo que quieres aumentar las ventas de tu cafetería en un 40% por las tardes de 2 a 5 a través de una campaña de publicidad en redes sociales, y debes llegar a este objetivo en un plazo de dos meses. En este caso deberás hacer un seguimiento semanal, incluso diario, de las ventas que se producen en ese rango horario. Si se da el caso de que pasado un mes las ventas sólo han aumentado un 10%, deberás reevaluar tu campaña y tal vez reformular tus objetivos. 

Alcanzables

Para definir unos objetivos inteligentes, debemos hacer autocrítica y saber con qué recursos contamos. Esto es, analizar qué habilidades tenemos, con qué financiación contamos, las capacidades de los trabajadores, si tenemos las herramientas necesarias, etc. 

Todo este análisis nos servirá para determinar si lo que queremos conseguir es posible o si primero deberemos mejorar internamente. 

Si te propones un objetivo, pero no sabes cómo puedes conseguirlo, deberás reevaluar. Por ejemplo, si quieres aumentar el tráfico en tu página web, pero no dispones de expertos en creación de contenido o diseño, primero deberás ponerte como objetivo la contratación de expertos o la formación de los trabajadores de los que ya dispones. 

Realistas

Considera la importancia de los resultados que buscas. ¿Tus objetivos van a beneficiar a toda la empresa? ¿Son fieles a los valores del proyecto? Este punto es importante porque invita a la reflexión sobre la dirección que tomas en tu proyecto. 

Por ejemplo, no puedes ponerte como objetivo que tu marca se ponga de moda entre el público adolescente si ello no va a conllevar ningún beneficio sustancial o se desmarca de la filosofía y línea de la empresa. 

Para conseguir unos objetivos realistas deberemos separar nuestras opiniones personales, deseos o ambiciones personales y plantear una dirección objetiva

Limitados en el tiempo

Debes decidir una fecha límite para tu estrategia. Todas las acciones destinadas al cumplimiento de un objetivo deben estar situadas en un tiempo determinado. Todos los objetivos deben tener la indicación temporal. Por ejemplo “conseguir 2.000 nuevos clientes de entre 20 y 25 años en 4 meses” o “aumentar las ventas en un 10% en dos meses”. 

Esto te permite crear una motivación positiva para seguir mejorando, dado que también podrás observar el seguimiento, ver tu avance y tu meta.

Evita lo máximo posible establecer fechas de entrega muy espaciadas o abiertas, dado que todo el objetivo perderá la impresión de urgencia e importancia. Entonces corre el riesgo de no cumplirse o no poner todo el esfuerzo en ello. 

Como puedes ver, la metodología SMART permite una toma de decisiones mucho más eficiente, tomar perspectiva sobre lo que queremos y la definición inteligente de nuestros objetivos. 

Estos objetivos deben ser expresados en no más de dos líneas y respondiendo a las preguntas de qué, quién, cómo y cuándo (en ocasiones también el por qué). 

Una vez tenemos claro cómo definirlos, debemos tener en cuenta las dos clases de objetivos que podemos proponer. 

Tipo de objetivo: cualitativo y cuantitativo

  • Objetivos cualitativos: se centran en la imagen, la percepción de la calidad de tu proyecto o empresa. En muchas ocasiones se destinarán recursos a un beneficio más subjetivo, pero de igual forma medible. Por ejemplo, con el posicionamiento de marca en el mercado, invirtiendo en lo que proyectas a tus clientes. 
  • Objetivos cuantitativos: más fáciles de calcular, estos se centran normalmente en aumento de usuarios, clientes o beneficios en ventas. 

Las estrategias y los objetivos se retroalimentan constantemente. En ocasiones la implementación de una estrategia te hará reevaluar los objetivos. Por ejemplo si un anuncio en una plataforma que no habías explotado hasta ahora obtiene muy buenos resultados, deberás modificar algún objetivo. 

Y viceversa, un objetivo te hará proponer estrategias distintas, sobre todo cuando dichas estrategias no obtienen los resultados esperados. 

Hoy has aprendido a definir objetivos con la regla SMART, ¿sabes todo lo que podrías aprender formándote en ILERNA Online? Puedes descubrirlo desde ya.

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¿Quieres seguir leyendo sobre las claves del marketing? Te recomendamos este artículo sobre la segmentación de mercado.

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