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Disciplina positiva ¿Qué es y cómo se aplica?

Servicio sociocultural, 25 SEP 2023, Sara Vidal

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Construir un sistema de enseñanza en el que el castigo no sea utilizado como una herramienta educativa es posible gracias a la disciplina positiva.

Esta corriente educativa, basada en la comunicación abierta, el respeto mutuo y la enseñanza de habilidades de autorregulación, ha demostrado tener resultados muy beneficiosos para los estudiantes. Si estás estudiando el Grado Superior en Educación Infantil o estás pensando en hacerlo, ¡sigue leyendo! Un buen educador/a debe saber cómo guiar a los más pequeños sin usar el miedo y la violencia.

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¿Qué es la disciplina positiva?

La disciplina positiva se basa en la idea de que los niños aprenden mejor cuando son tratados con respeto y empatía, en lugar de recurrir a castigos o métodos autoritarios. Este enfoque de crianza, desarrollado por la educadora y psicóloga Jane Nelsen en la década de 1980, es una alternativa al castigo tradicional y busca promover una relación de cooperación entre padres y niños. Así pues, en la disciplina positiva, se alienta a los padres a establecer límites claros, pero también a involucrar a los niños en la toma de decisiones. Además, a diferencia de los métodos tradicionales disciplinarios, también busca enseñar a los niños habilidades sociales, emocionales y de resolución de problemas.

A día de hoy, esta metodología ha sido ampliamente adoptada por padres, profesores y Técnicos Superiores en Educación Infantil. Su buena acogida se debe a su enfoque en el desarrollo de habilidades sociales y emocionales, fomentando la autoestima y fortaleciendo los lazos familiares. En este sentido, existen muchas maneras de lidiar con el comportamiento no deseado, incluido el castigo, la disciplina o el uso de recompensas. Sin embargo, se ha comprobado que el método más eficaz para tratar con los estudiantes problemáticos es utilizar la disciplina positiva.

Origen de la disciplina positiva

En los años 20, Alfred Adler, médico y psicoterapeuta austriaco, fue el primero en hablar sobre la educación de los padres y madres. Este defendía que había que tratar con respeto a los/as niños/as, lo que no equivale a mimar o consentir. Sus ideas calaron en la sociedad y fueron exportadas a Estados Unidos en la década de los 30 de la mano de Rudolf Dreikurs, educador y psiquiatra austriaco. Tanto Adler como Dreikurs hablan de un enfoque amable y firme en la crianza y enseñanza de los hijos, calificándolo como democrático.

En 1980, Lynn Lott y Jane Nelsen acuden a un taller organizado por John Taylor. Es entonces cuando Lynn empieza a entrenar a su alumnado experimentalmente, escribiendo el primer Manual de Enseñanza para Padres. Además, Jane Nelsen  escribió su libro “Disciplina positiva”. Y en 1988 ambas escriben juntas el libro “Disciplina positiva para adolescentes” y empiezan a enseñar tanto sobre la crianza de los hijos como sobre las habilidades de gestión del aula de forma experiencial. Posteriormente, escribirían también “Disciplina positiva en el aula”, un manual lleno de actividades experimentales para los profesores y sus alumnos.

Los 5 pilares de la disciplina positiva

El enfoque de la disciplina positiva se basa en cinco principios fundamentales:

  • Conexión. Establecer una conexión sólida y afectuosa entre el adulto y el niño. Esto implica desarrollar una relación de confianza, empatía y comprensión mutua. Si los niños se sienten conectados emocionalmente, son más propensos a cooperar y aprender de los adultos. Escucharles activamente y validar sus sentimientos les ayuda a sentirse comprendidos y valorados.
  • Respeto mutuo. Implica tratar a los niños con dignidad y consideración, basándose en el respeto mutuo entre adulto y niño. A su vez, también los niños deben respetar a sus compañeros. Muchas veces pensamos que el mostrar respeto a los niños implica permisividad o ser demasiado “blandos”, pero esto no es así. Los niños aprenden a mostrar respeto viviéndolo. 
  • Empoderamiento. La disciplina positiva busca alentar a los niños a tomar sus propias decisiones y asumir responsabilidades adecuadas para su edad, invitándoles a ser parte activa en la resolución de problemas y la toma de decisiones sobre sus propias vidas. 
  • Entrenamiento en habilidades sociales. En lugar de castigar, se centra en enseñar habilidades sociales, emocionales y de resolución de problemas, muy necesarios para tener éxito en la vida. Esto también implica una planificación anticipada sobre cómo manejaremos ciertas situaciones. Los padres receptivos están controlados emocionalmente y pueden responder reflexivamente cuando surge un problema. 
  • Fomento de la corrección y el aprendizaje. La disciplina positiva ve los errores como oportunidades de aprendizaje. Para ello, los adultos deben ayudar a los niños a comprender las consecuencias de sus acciones y tomar medidas para corregirlas y aprender. No se castiga, sino que se busca una mayor responsabilidad sobre los actos. 

¿Cómo se aplica la enseñanza positiva en el aula infantil?

Aplicar la disciplina positiva en el aula infantil garantiza la construcción de un entorno de aprendizaje efectivo, donde los niños puedan desarrollar habilidades sociales, emocionales y académicas de manera saludable. Si eres Técnico Superior en Educación Infantil y quieres practicar la disciplina positiva en el aula, puedes hacer lo siguiente:

  • Fomentar la comunicación abierta. Alienta a los niños a expresar sus pensamientos, emociones y preocupaciones. Esto promueve la confianza y fortalece la relación entre compañeros y profesores.
  • Establecer reglas y expectativas claras. Desde el inicio de curso, debes establecer reglas claras y comprensibles para el comportamiento en el aula, brindando a los alumnos un sentido de responsabilidad.
  • Reforzar el respeto mutuo. Promueve el respeto mutuo entre los estudiantes y hacia ellos mismos. Es decir, alienta a los niños a reconocer y valorar las diferencias individuales y a tratar a los demás con amabilidad y empatía.
  • Enseñar habilidades de autorregulación. Una gran parte de la disciplina positiva es la enseñanza de habilidades de autorregulación emocional. Es decir, ayudar a los niños a identificar sus emociones y desarrollar estrategias para manejarlas de manera efectiva.
  • Utilizar el refuerzo positivo. En lugar de centrarte en castigos, enfatiza el refuerzo positivo. Para ello, puedes elogiar y reconocer el buen comportamiento y los esfuerzos de los estudiantes, lo que motiva a los niños a mantener conductas positivas.
  • Resolver conflictos de manera cooperativa. Ante un conflicto, debes animar a los alumnos a escuchar a los demás, expresar sus sentimientos y llegar a soluciones satisfactorias para ambas partes.
  • Establecer consecuencias lógicas. En lugar de castigos arbitrarios, emplea consecuencias lógicas. Esto significa que las consecuencias están relacionadas con el comportamiento inapropiado y se usan como oportunidades de aprendizaje. Por ejemplo, si un estudiante daña un objeto, ayudar a repararlo puede ser parte de la solución.
  • Mantener la calma y el autocontrol. Los profesores son modelos a seguir en el aula. Por esta razón, es importante que mantengas la calma incluso cuando te enfrentas desafíos.
  • Involucrar a los padres. La disciplina positiva se extiende a casa al involucrar a los padres en el proceso. Esto ayuda a mantener una consistencia en las expectativas y estrategias de crianza en el hogar y en la escuela.
  • Usar una la tabla de rutinas. Se trata de una serie de imágenes ordenadas de manera secuencial, donde podemos ver en dibujos las cosas que debemos hacer durante el día. Esta herramienta ayuda a desarrollar la autonomía, la responsabilidad y la organización en su actividad diaria. 

Ejemplos de disciplina positiva

Para entender mejor qué es la disciplina positiva, pondremos algunos ejemplos a continuación:

1. Respeto por el/la niño/a

Pongamos que nuestro/a hijo/a tira un vaso de agua en la mesa. En lugar de enfadarnos o regañarle, desde la educación en positivo se busca actuar desde el respeto y la responsabilidad. Una intervención sencilla basada en la reparación es fundamental en estos casos. Por ejemplo: “No pasa nada, ya irás aprendiendo. Ahora puedes coger el trapo y secar la mesa con cuidado”.

2. Hacer cumplir las normas

Muchos padres creen que tener un código rígido de normas es la mejor forma de educar. Podemos ponerla, pero siempre mediante estrategias efectivas, ya que, cuando los niños y niñas se involucran en ellas, aprenden y respetan más. En este sentido, hay que evitar las frases tipo: “no puedes jugar hasta que no hayas terminado tus deberes”. Deben entender las normas para responder a nuestras peticiones.

3. Manejar la ira del niño o niña

Cuando un niño o niña se enfada o grita, es normal perder los nervios, pero en este tipo de situaciones debemos convertirnos en la calma en medio de la tormenta. Usando frases como “veo que estás muy enfadado. ¿Quieres explicarme cómo te sientes y vemos cómo te puedo ayudar?”, además de lograr que el niño comprenda sus emociones, le hacemos ver que es normal sentirse frustrado de vez en cuando. Además, le hacemos saber que estamos presentes para ayudarles. De esta forma, es más probable que termine haciendo lo que le pedimos desde la tranquilidad y el entendimiento.

ejemplos de discipina positiva

Diversos estudios han demostrado que, gracias a la disciplina positiva, es posible lograr una reducción muy significativa de los suspensos y actos vandálicos, y mejorar el comportamiento del alumnado en el aula. Pero además, se ha demostrado que la percepción de un alumno de formar parte de una comunidad reduce las conductas de riesgo social, como los pensamientos suicidas, la angustia, los comportamientos violentos o la adicción a las drogas. Por lo tanto, se trata de un método educativo muy recomendable para niños y adolescentes.

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Sara Vidal
Sara Vidal

Empecé mi trayectoria en el mundo de la comunicación con tan solo cinco años, escribiendo las historias que más adelante marcarían mi futuro profesional. Publicista de profesión, vi en el copywriting la oportunidad de continuar con aquella afición que había llenado mis tardes después del colegio, pero esta vez a través del storytelling, el branded content y el marketing de contenidos.

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