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Cuando hablamos de educación, la conversación siempre se centra en los contenidos académicos. Pero pocas veces hablamos de la educación emocional en el aula. Este concepto se está volviendo cada vez más popular, aunque aún no está muy implantado en nuestro país.
Según el I Estudio sobre Educación Emocional en los Colegios en España, sólo el 5% de los colegios incluyen la educación emocional en su proyecto educativo. Puede que no hayas oído hablar mucho sobre este tipo de educación, pero se está convirtiendo en un elemento esencial del desarrollo educativo.
En España, el 15% de los jóvenes presentan síntomas de ansiedad graves, según el Estudio Psice. Este mismo informe también señala que el 26% tiene síntomas de depresión moderada.
Aunque la educación emocional en el aula no puede solucionar por completo estos problemas, sí puede mejorarlos de forma significativa.
Por eso, en este artículo vamos a hablar sobre este nuevo modelo educativo y cómo se puede implantar en las aulas.
Tal vez el concepto de educación emocional en el aula te suene demasiado abstracto. Para que nos situemos, es un enfoque educativo que se centra en las habilidades emocionales y sociales.
Así, este tipo de educación pone el foco en la comprensión y la gestión de las emociones propias y ajenas. Todo ello con el objetivo de desarrollar la empatía y una comunicación efectiva. Además, este enfoque permite mejorar la resolución de conflictos y tomar decisiones responsables.
Así, contribuye al bienestar personal y social. Este estado de ánimo es vital para afrontar la vida, según la Organización Mundial de la Salud.
Ya hemos visto que la OMS destaca el bienestar emocional como un aspecto vital para hacer frente al día a día. Por eso es tan importante implantar este enfoque educativo, que ofrece muchos beneficios para los estudiantes. No sólo en su vida personal, sino también en su perspectiva profesional.
Los estudiantes que tienen habilidades emocionales suelen concentrarse mejor. Puede que te parezca una tontería, pero regular tus emociones te ayuda a manejar el estrés y la ansiedad. Estos son factores que, sin duda, influyen en el rendimiento en exámenes.
Además, la educación emocional promueve una actitud positiva hacia el aprendizaje. Esto significa que, cuando te sientes bien, te comprometes más con tus estudios.
A todos nos gusta tener un control sobre nuestras emociones, pero no siempre es fácil. La realidad es que no estamos muy formados en este sentido. Esto es lo que se intenta cambiar con la educación emocional en el aula.
Los estudiantes que saben gestionar sus emociones tienen menos posibilidades de tener altos niveles de estrés y ansiedad. Así, la educación emocional en el aula mejora tu bienestar y previene problemas de salud mental a largo plazo.
La capacidad para entender tus propias emociones es esencial para el crecimiento personal. Por ejemplo, si te conoces bien, podrás reconocer tus fortalezas y debilidades.
Esto significa que sabrás qué debes mejorar y qué debes potenciar. El autoconocimiento es un poder que, además, te ayudará a ser más resiliente ante los desafíos de la vida.
Los humanos somos seres sociales, necesitamos el contacto con los demás y las habilidades emocionales son muy importantes en este sentido. La educación emocional te enseñará cómo resolver conflictos y ser más empático. Esto tiene un impacto enorme en tus relaciones sociales, que serán mucho más sanas.
En el entorno educativo esto es vital para que el ambiente sea más inclusivo y respetuoso. Promover un entorno seguro para todos los estudiantes debe ser el objetivo más alto en cualquier centro.
Ya tenemos la teoría, pero, ¿cómo se lleva a la práctica la educación emocional en el aula? Existen varios aspectos que debes tener en cuenta.
La empatía nos hace humanos. Por eso, es crucial crear un entorno en el que los estudiantes entiendan los sentimientos de los demás. Se pueden hacer actividades como debates sobre diferentes perspectivas. Así, se fomenta la escucha activa y los alumnos pueden conectar de forma emocional con sus compañeros.
Muchas veces nos cuesta mostrarnos vulnerables, aunque es necesario hacerlo. Una buena idea para que los estudiantes exploren sus propios sentimientos es escribir un diario emocional.
Así, podrán reconocer las emociones y reflexionar sobre ellas. Puede parecer una tontería, pero ayuda -y mucho- a desarrollar el concepto de inteligencia emocional.
Este tipo de inteligencia ayuda a niños y niñas con el desarrollo de las competencias emocionales y las habilidades sociales. El objetivo es aumentar su bienestar personal.
En la vida se pueden producir muchos malententidos. Por ese motivo, es vital aprender a hacerles frente cuanto antes y qué mejor forma que hacerlo desde el aula. Al final, el objetivo es resolver cualquier conflicto de manera respetuosa.
Por eso, se pueden hacer talleres de mediación para que los estudiantes aprendan a resolver conflictos y desarrollen una comunicación asertiva.
La educación emocional en el aula no llegará lejos si no se integra en el proyecto educativo. Esto supone diseñar un plan con objetivos claros y evaluaciones relacionadas con el desarrollo emocional. Puede ser muy útil involucrar a las familias para reforzar este aprendizaje y crear una red de apoyo.
El futuro que se aproxima es muy tecnológico, de eso no cabe la menor duda. Pero esto no significa que las emociones se queden atrás. De hecho, es todo lo contrario.
Los avances tecnológicos permiten que la educación sea mucho más individual. En los próximos años, veremos cómo la formación pone el foco en el alumno más que nunca antes. Si bien es cierto que las empresas quieren personas preparadas, no todo se refiere a lo estrictamente académico.
Cada vez buscan más a personas que tengan muy desarrolladas las soft skills. Estas competencias se aprenden en gran medida gracias a la educación emocional en el aula.
Si quieres formarte como Técnico en Educación Infantil, debes saber que la educación emocional es una apuesta para el futuro, ¿estás listo?
Soy periodista por vocación. Me apasiona investigar y eso me llevó a trabajar como divulgadora científica. Más adelante, me especialicé en Comunicación Digital con enfoque SEO. Actualmente, combino mis dos pasiones creando contenido educativo que convierte temas complejos en información accesible y de valor.
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